Guillermo Salazar. La evolución del deporte en la dársena desde el taller

Entrevista a Guillermo Salazar Fernández, (Carpintero).

Queremos agradecer a Guillermo que nos haya permitido entrar en su mundo para compartirlo con todos los que formamos la dársena deportiva de Sevilla. Una perspectiva que nos ayuda a entender mejor el deporte que disfrutamos hoy en día. 

Hemos querido que nuestro primer entrevistado sea una persona que ha conocido el deporte de la dársena en los últimos 25 años desde un punto de vista privilegiado, de forma un tanto especial. Alguien que muchos conocen pero que pocos saben de él.

Por este motivo, una tarde del pasado septiembre, con el sol aun azotando bien en lo alto, nos dirigimos al CEAR La Cartuja, con la intención de asomarnos al Hangar 9. Atravesar las puertas de este espacio supone compartir una confesión con nuestro entrevistado. Son muchos deportistas, diríamos que todos los remeros y piragüistas de Sevilla y parte de España, quienes se han cruzado con Guillermo en algún momento en un campeonato o durante el descanso de un entrenamiento. Seguramente no le pongas cara pero seguro que habrás escuchado sobre sus habilidades en esto de los “arreglos a las embarcaciones”.

Guillermo Salazar Fernández, natural de Paterna del Campo (Huelva) y residente desde hace muchos años en la Palma del Condado (Huelva) es, a sus 50 años un observador del deporte en la dársena desde sus orillas.

El Hangar 9 sigue siendo un sitio con orden y desorden medido. Con una aparente suciedad típica del oficio, este es el acogedor lugar de trabajo de Guillermo desde que comenzó en esto de las reparaciones. Como nos confiesa él mismo, sus compañeros le han respetado mucho durante tantos años que le han permitido especializarse en estas tareas dentro del área de mantenimiento.

Guillermo es una especie chamán dentro de la tribu de los deportistas de la dársena de Sevilla. Conoce algo que los demás desconocen, soluciona aquello que aparentemente tiene difícil solución y demuestra una tranquilidad y calma ante cualquier adversidad que el deportista ya quisiera en ciertos momentos de su vida deportiva, quizás como consecuencia de su oficio.

Dice no recordar la última vez que montó en una piragua pero que le encantaría disfrutar de un bote de remo en alguna ocasión de forma más fluida que la primera vez que lo intentó. Aun así, nadie mejor que él conoce los secretos que guardan las embarcaciones, aquello que siente el deportista de remo o piragüismo cuando su barco se desliza al son del ritmo de cada palada.

Desde que en 1992 se incorporara al equipo humano del Centro Especializado de Alto Rendimiento de Remo y Piragüismo de La Cartuja, o como siempre lo hemos denominado, el CAR, (actualmente CEAR La Cartuja), no sólo ha pasado el tiempo por él sino también las historias. Guillermo tiene mucho que contar, y no sólo porque algunos le llamen a su taller el confesionario, que también, sino porque es la persona encargada de reparar, adaptar y facilitar que el deportista se sienta cómodo con su herramienta de trabajo, la embarcación. Como él mismo dice, “en esto de los arreglos, cuanto menos sepa el deportista, mejor”. La psicología del deportista se lleva trabajando desde hace décadas en el deporte, como intervención directa o a través de distintas metodologías, pero jamás hubiéramos pensado que en este taller sorprendentemente también la tuvieran en cuenta.

Especializado en todo tipo de arreglos de botes de remos y piraguas, Guillermo no olvida sus comienzos lejos de este mundo del deporte y las reparaciones. Se formó en asuntos administrativos y fue en 1992 y bajo la confianza del entonces Director del CAR, José Antonio Muñoz, “Anchoa”, cuando Guillermo comenzó a moverse entre el serrín, astillas, los picores típicos de la fibra y el intenso olor a las resinas.

A los pocos minutos de iniciar la entrevista nos surge la pregunta, ¿Cómo un hombre destinado a perderse entre los papeles de una oficina y los números administrativos es hoy en día todo un referente para este tipo de arreglos en botes y embarcaciones de todo tipo? Sonríe y echa la vista atrás. Varios cursos con Pedro Cuesta (Galicia) y, posteriormente, con Joan Collell le dieron la formación necesaria para tener una buena base. Lo demás es cuestión de paciencia e imaginación. A veces llegan las ideas y otras no. Eso sí, no duda en afirmar que en la mayoría de las ocasiones siempre hay un factor que influye sobre todos, el tiempo. Cada arreglo, cada embarcación, requiere su tiempo. No es bueno precipitarse, ya que en muchas ocasiones para construir se debe deconstruir primero.

Quizás antes, en la década de los 90, no resultara extraño darle su tiempo a las cosas. En cambio, hoy en día, en un mundo globalizado como en el que nos encontramos, cuesta explicar que el éxito no es ser el primero sino que las grandes victorias se trabajan día a día, con éxitos y fracasos, y que cada detalle cuenta.

No habíamos caído hasta ahora pero durante toda la entrevista nos acompaña una emisora de radio que nos va recordando canciones de distintas épocas. Y es que en este taller las épocas han estado marcadas por los distintos materiales usados para la construcción y reparación de las embarcaciones. Desde la madera hasta el carbono. Unos cambios a los que ha habido que adaptarse con la evolución de los deportes y la tecnología. Y es aquí donde radica parte del misterio de este oficio. Tener la capacidad de adelantarse al futuro para conocer la técnicas y materiales, y ofrecer así los mejores resultados a los deportistas, es una ventaja que bien conocen los deportistas, sus entrenadores, incluso las altas esferas que gestionan el deporte nacional en los distintos países. Este profesional nos revela la anécdota de que jamás le han permitido arreglar un barco del equipo alemán. ¡Por algo será! Cada detalle puede resultar una ventaja para el rival deportivo.

Se convierte, por lo tanto, en un lugar sagrado. De hecho no suele trabajar con las puertas abiertas para, entre otras cosas, evitar que el deportista de la embarcación que está siendo reparada vea cómo está siendo la operación y pueda condicionar al deportista en su rendimiento deportivo. Un pequeña grieta que reparar o el peso mal colocado puede condicionar la mente del deportista, por lo que, como se dice cotidianamente, “ojos que no ven, corazón que no siente”.

En este sentido, es fundamental tener una relación estrecha con el entrenador, saber cómo piensa,…todo esto ayuda a conocer mejor al deportista. “He pasado muchas horas con los entrenadores, viendo cómo mejorar la comodidad y adaptación del remero o el palista a su embarcación. Incluso he estado presente en la elección de la compra de algún barco”, nos afirma. Nos cita, entre otros, a Patxi Sarasua, entrenador de remo del País Vasco, del que no sólo tienen buen recuerdo sino que ha creado una amistad por muchos años.

Todo influye: el peso del deportista, la línea de la embarcación, el material de la embarcación, incluso los colores,…Se trata de una pequeña obra de ingeniería para que después todo salga lo mejor posible en la competición.

Tras casi una hora de entrevista, resulta emocionante ver cómo el deporte va más allá del propio deportista que compite. Por supuesto que hay otros factores, con la colaboración de distintos agentes, que intervienen en ámbito de lo deportivo para alcanzar el éxito, y esperamos poder acercarnos a algunos de ellos en las próximas entrevistas.